Dalāʾil al-Jairāt
Muḥammad ibn Sulaimān al-Ŷazūlī.
Guía de los Beneficios e Iluminaciones que acompañan a la petición de bendiciones por el Profeta Escogido (Dios le bendiga y le dé paz)
Traducción y transliteración:
Abdur-Razzaq Pérez Fernández.
(Walaya Editorial, 2017)
Dala’il
al-Jairat
La Guía de los Beneficios
e Iluminaciones que acompañan a la petición de bendiciones por el Profeta
Escogido s.
Imam
Al-Yazuli
El manual más famoso de
Bendiciones por el Profeta (Dios le bendiga y le dé paz) de la historia,
fue compuesto por el sufi, wali y erudito de estirpe profética y de baraka,
originario de Marrakesh, Muhammad ibn Sulaiman al-Yazuli (m. 869 Heg./1465 d.C.). Nacido y criado entre los Yazula,
una tribu bereber del Sus en el sur de Marruecos, estudió el Corán y las
ciencias islámicas tradicionales antes de viajar a Fez, donde memorizó el
Mudawwana, un comentario en cuatro volúmenes sobre la obra de Imam Malik, y
conoció a eruditos de su tiempo, entre ellos Ahmad Zarruq y Muhammad ibn
Abdullah Amgar, que se convertiría en su sheij de tariqa o camino sufi.
Su
camino espiritual atrajo a miles de discípulos que, ayudados por la popularidad
de su manual de Bendiciones por el Profeta (Dios le bendiga y le dé paz),
tuvieron un efecto enorme sobre la sociedad de Marruecos. En un sueño, el
Profeta s le dijo: “Yo soy el esplendor de los enviados
proféticos, y tú eres el esplendor de los auliya'.”
La
popularidad de esta obra se extendió por todo el mundo islámico desde el norte
de África hasta Indonesia, hasta el punto de que era rara la casa que no
tuviese un ejemplar. Los peregrinos lo llevaban consigo en el hayy, y en Meca y
Medina centenares de copistas se ocuparon durante siglos en satisfacer la fuerte
demanda de este manual. Todo el que lo recitaba experimentaba la baraka que
desciende allí donde es recitado, en virtud de la orden divina: “En verdad,
Dios y Sus ángeles bendicen al Profeta: ¡oh vosotros que habéis llegado a
creer, bendecidle y someteos [a su guía] con un sometimiento total!” (Corán,
33:56)
El
marroquí experto en hadiz, sheij Abdullah
at-Talidi, escribió sobre el Dala’il al-Jairat: “Millones de musulmanes de Oriente
y Occidente lo han probado y han experimentado su excelencia, su baraka y sus
beneficios durante siglos y generaciones, y dan testimonio de sus increíbles
bendiciones espirituales y su luz. Los musulmanes lo recitan con entusiasmo,
solos y en grupo, en sus hogares y en las mezquitas, entregados por entero a
las bendiciones por el Más Amado y en alabanzas de él s.”
La
presente edición traducida directamente del árabe por Abdur-Razzaq Pérez
Fernández, reproduce íntegramente el texto árabe junto con su transliteración en
caracteres latinos.
El Sheij, el imam, el gnóstico, el magnánimo, el amante del Señor de la creación,
Abu ‘Abdul·lah, el acreditado con el perdón de sus pecados por Dios, el puro en
su amor por nuestro señor el Enviado de Dios, Sayyidi Muhammad ibn Sulaiman al-Yazuli –Dios, el
Altísimo, tenga misericordia de él y esté complacido con él–, dijo para
nuestro beneficio: “En el nombre de Dios, el Más Misericordioso, el Dispensador
de Gracia, y Dios bendiga a nuestro señor Muhammad, a su familia y Compañeros,
y les dé paz. La alabanza es debida por entero
a Dios, que nos guió a la fe y a la sumisión a Él; y la bendición y la salutación
sean para nuestro señor Muhammad, Su Profeta, aquel por medio del cual nos
libró Él de la idolatría; y a su familia y a sus distinguidos, puros y nobles
Compañeros.
“El propósito de este libro es la petición
de bendiciones por el Profeta –Dios le bendiga y le dé paz–, y mencionamos [los
hadices sobre] sus beneficios desprovistos de sus cadenas de transmisión a fin
de facilitar al lector su memorización, pues es una de las tareas más
importantes para quien desee la proximidad al Señor de los señores.
“Y lo he titulado Dala’il al-Jairat (‘El Libro de la Guía de
los Beneficios e Iluminaciones que acompañan a la petición de bendiciones por
el Profeta Escogido’), buscando con él la complacencia de Dios, el
Altísimo, y por amor a Su Noble Enviado, nuestro señor Muhammad –Dios le
bendiga y le dé abundante paz–, e imploramos de Dios que nos haga seguir su sunna y apreciar con amor su ser perfecto
–pues, ciertamente, Él tiene poder para hacerlo.
“¡No hay más deidad que Él! ¡No hay más bien
que Su bien! ¡Qué excelente Protector es, y qué excelente Auxiliador! ¡Y no hay
fuerza ni poder sino por Dios, el Altísimo, el Grandioso!”
Sobre los Beneficios de la Oración por el Profeta
(Dios le bendiga y le dé paz)
Dios, Poderoso y Majestuoso, ha dicho: En
verdad, Dios y Sus ángeles bendicen al Profeta: oh vosotros que creéis,
bendecidle y someteos [a su guía] con un sometimiento total. (Corán,
33:56) Y ha sido transmitido que el Enviado de Dios –Dios le bendiga y le dé
paz-, apareció un día con signos visibles en el rostro de haber recibido buenas
nuevas. Dijo: “En verdad, ha venido Gabriel –con él la paz–, y me ha dicho:
‘¡Estarás complacido, oh Muhammad!’ [Dios ha dicho:] ‘Ninguno de los miembros
de tu Umma pronunciará una bendición por ti sin que Yo le bendiga a él diez
veces, y ninguno de los miembros de tu Umma te dirigirá una salutación de paz
sin que Yo le dirija a él diez salutaciones de paz’.”
Y dijo –Dios le bendiga y le dé paz:
“Ciertamente, el más próximo de la gente a mí será el que más bendiciones pida
por mí.’ Y dijo –Dios le bendiga y le dé paz: ‘Quien pida bendiciones por mí,
los ángeles pedirán bendiciones por él mientras siga pidiendo bendiciones por
mí, ya pase poco o mucho tiempo haciendo eso.”
Y dijo –Dios le bendiga y le dé paz: “Una
persona es considerada mísera si al ser mencionado mi nombre en su presencia no
pide bendiciones por mí.” Y dijo –Dios le bendiga y le dé paz: “Abundad en
bendiciones por mí los viernes.”
Y dijo –Dios le bendiga y le dé paz: “Aquel
de mi Umma que pida bendiciones por mí [una vez] se le anotarán diez buenas
obras y se le borrarán diez faltas.”
Y dijo –Dios le bendiga y le dé paz: “Aquel
que, al oír el Adhan o el Iqama, diga: ‘¡Oh Dios, Señor de esta llamada
perfecta y de esta oración establecida, concede a Muhammad la Cercanía [a Ti],
la Preeminencia, y el Rango Sumo, y exáltale a la Estación Alabada que le
prometiste!’ –se hará merecedor de mi intercesión en el Día de la Resurrección.”
Y dijo –Dios le bendiga y le dé paz: “A
quien me bendiga en un libro, los ángeles no cesarán de bendecirle mientras mi
nombre aparezca en dicho libro.”
Y dijo Abu Sulaiman ad-Darani: “Quien quiera
pedir algo a Dios, que abunde en bendiciones por el Profeta –Dios le bendiga y
le dé paz–, y que luego pida a Dios lo que necesite, y que acabe con la oración
por el Profeta –Dios le bendiga y le dé paz–, pues, ciertamente, Dios acepta
esas dos peticiones [de bendiciones por el Profeta] y es demasiado generoso
como para dejar sin respuesta a lo que va entre ellas.”
Y se transmitió que dijo –Dios le bendiga y
le dé paz: “A quien pida bendiciones por mí cien veces el viernes le son
perdonadas las faltas cometidas en ochenta años.”
Y se transmitió de Abu Huraira –Dios esté
complacido con él–, que el Enviado de Dios –Dios le bendiga y le dé paz–, dijo: “El que pida [habitualmente]
bendiciones por mí [portará] una luz al cruzar el Puente (as-Sirat); y quien sea de la gente de luz sobre el Puente no estará
entre la gente del fuego.”
Y dijo –Dios le bendiga y le dé paz: “Quien
olvida la oración por mí se ha desviado del camino al Paraíso.” Y ‘olvido’
significa aquí ‘abandono’, y si el que abandona [la oración por el Profeta] se
desvía del camino al Paraíso, el que pide [habitualmente] bendiciones por el
Profeta está en el camino del Paraíso.
Y en la transmisión de ‘Abdur-Rahman ibn ‘Auf
–Dios esté complacido con él–, que el Enviado de Dios –Dios le bendiga y le dé paz–, dijo: “Gabriel –con él la paz–, vino a verme y me dijo: ‘¡Oh
Muhammad! No te bendecirá nadie que no le bendigan a él setenta mil ángeles, y
aquel que es bendecido por los ángeles será de la gente del Paraíso’.” Y dijo
–Dios le bendiga y le dé paz: “Quien de vosotros abunde más en pedir
bendiciones por mí gozará de mayor abundancia en el Paraíso.”
Y se transmitió que dijo –Dios le bendiga y
le dé paz: “Cuando alguien pronuncia una oración por mí, en la que se exaltan
mis derechos, Dios, Altísimo y Majestuoso, crea con esas palabras un ángel con
un ala sobre el este y la otra sobre el oeste, con los pies apoyados sobre la
séptima y más baja de las Tierras y su cuello doblado bajo el Trono. Y Dios,
Altísimo y Majestuoso, le dice: ‘Bendice a Mi siervo como él bendice a Mi Profeta.’
Y él le bendice hasta el Día de la Resurrección.”
Y se transmitió de él –Dios le bendiga y le
dé paz–, que dijo:
“El Día de la Resurrección acudirán a mí Estanque gran multitud de gentes a las
que no conoceré excepto por la abundancia de sus bendiciones por mí.”
Y se transmitió de él –Dios le bendiga y le
dé paz–, que dijo:
“Quien pida bendiciones por mí una vez, Dios le bendecirá diez veces, y quien
pida bendiciones por mí diez veces, Dios le bendecirá cien veces, y quien pida
bendiciones por mí cien veces, Dios le bendecirá mil veces, y quien pida
bendiciones por mí mil veces, Dios prohibirá al Fuego que toque su cuerpo, le
confirmará con la palabra firme en esta vida y en la Otra -cuando sea
interrogado–, y le hará
entrar en el Paraíso. Y el Día de la Resurrección su oración por mí será una
luz para él sobre el Puente (as-Sirat),
visible a una distancia de quinientos años [de viaje]. Y por cada oración que
haya pronunciado -sean pocas o muchas–, Dios le dará una mansión en
el Paraíso.”
Y dijo el Profeta –Dios le bendiga y le dé
paz: “Cuando un siervo pronuncia una oración por mí, su oración parte
rápidamente de su boca y atraviesa todas las tierras y los mares, los estes y
los oestes, anunciando: ‘Soy la oración por nuestro señor Muhammad, el
Escogido, el mejor de la creación de Dios, pronunciada por Fulano hijo de
Fulano’, y toda la creación pide bendiciones por él. Con esa oración es creado
un pájaro con setenta mil alas, y en cada ala setenta mil plumas, y en cada
pluma setenta mil rostros, y en cada rostro setenta mil bocas, y en cada boca
setenta mil lenguas y cada lengua glorifica a Dios, el Altísimo, en setenta
mil idiomas. Y entonces Dios le anota la recompensa de todo eso.”
Y se transmitió de ‘Ali ibn Abi Talib –Dios
esté complacido con él–, que el Enviado de Dios –Dios le bendiga y le dé
paz–, dijo:
“Quien pida bendiciones por mí cien veces el viernes llegará el Día de la
Resurrección con una luz que si fuese dividida entre todas las criaturas sería
suficiente para ellas.”
Ha sido mencionado en varios relatos: “Está
escrito en la pata del Trono: ‘¡Quien sienta anhelo por Mí, Yo seré
misericordioso con él; y a quien Me pida, le daré; y a quien se acerque a Mí
por medio de la oración por Muhammad, le perdonaré sus pecados aunque sean [tantos]
como la espuma del mar!’”
Y se transmitió de uno de los Compañeros
–Dios esté complacido con todos ellos: “No hay reunión en la que se pidan
bendiciones por nuestro señor Muhammad –Dios le bendiga y le dé paz–, que no se eleve de ella un
perfume fragante que alcanza la cima del cielo y hace que los ángeles exclamen:
‘Esa es una reunión en la que se bendice a nuestro señor Muhammad –Dios le
bendiga y le dé paz.’”
Ha sido mencionado en varios relatos:
“Ciertamente, ante el siervo creyente, o la sierva creyente, que pronuncia la
oración por nuestro señor Muhammad –Dios le bendiga y le dé paz–, se abren las puertas del
cielo y de los pabellones hasta llegar al Trono, y no hay ángel en los cielos
que no bendiga a nuestro señor Muhammad y que no pida perdón por ese siervo, o
sierva, tanto como Dios quiera.”
Y dijo –Dios le bendiga y le dé paz: “Quien
esté atribulado por algún asunto que abunde en pedir bendiciones por mí, pues
eso suprime la preocupación, el pesar y la tristeza, incrementa la provisión y
satisface todas las necesidades.”
Y se transmitió de un hombre recto que dijo:
“Tenía yo un vecino escribano, que murió. Luego, le vi en sueños y le pregunté:
‘¿Cómo te ha tratado Dios?’ Y dijo: ‘Me ha perdonado.’ Le dije: ‘¿Por qué
motivo ha sido?’ Dijo: ‘Cada vez que escribía el nombre de nuestro señor Muhammad
–Dios le bendiga y le dé paz–, en algún libro, solía yo pedir bendiciones por él,
y por ello mi Sustentador me ha dado lo que ningún ojo ha visto, ningún oído ha
oído, ni ha podido imaginar ningún corazón humano’.”
Y se transmitió de Anas, que dijo: “El
Enviado de Dios –Dios le bendiga y le dé paz–, dijo: “Ninguno de vosotros es
realmente creyente hasta que yo sea para él más
querido que él mismo, que su riqueza, sus
hijos, sus padres y el resto de la gente’.”
Y en el hadiz de ‘Umar [ibn al-Jattab]: “‘Oh
Enviado de Dios, tú eres más querido para mí que todas las cosas excepto el
alma que alienta entre mis costados.’ Y entonces le dijo –las bendiciones y la
paz sean con él: ‘No serás realmente creyente hasta que yo sea para ti más querido
que tú mismo.’ Dijo ‘Umar: ‘Por Aquel que hizo descender sobre ti el Libro,
ahora eres más querido para mí que el alma que alienta entre mis costados.’ Y
entonces dijo el Enviado de Dios –Dios le bendiga y le dé paz: ‘¡Ahora, ‘Umar,
es completa tu fe!’”
Alguien preguntó al Enviado de Dios –Dios le
bendiga y le dé paz: “‘¿Cuándo seré un creyente?’ (Y en otra versión: …un verdadero
creyente?) Respondió: ‘Cuando ames a Dios.’ Y preguntó: ‘¿Y cuándo amaré a
Dios?’ Respondió: ‘Cuando ames a Su Enviado.’ Y preguntó: ‘¿Y cuándo amaré a Su
Enviado?’ Respondió: ‘Cuando sigas su camino, cumplas su sunna, ames lo que él ama y te disguste lo que le disgusta, seas
amigo de sus amigos y enemigo de sus enemigos –pues las gentes se diferenciarán
en su fe conforme a sus diferencias en su amor por mí, y se diferenciarán en su
negación de la verdad conforme a sus diferencias en su odio hacia mí’.”
¡No, en verdad: No cree [realmente] quien no
siente amor por él!
¡No, en verdad: No cree [realmente] quien no
siente amor por él!
¡No, en verdad: No cree [realmente] quien no
siente amor por él!
Y le preguntaron al Enviado de Dios –Dios le
bendiga y le dé paz: “‘Vemos creyentes que son humildes, y creyentes que no son
humildes. ¿A qué se debe esto?’ Dijo: ‘Quien encuentra dulzura en su fe se hace
humilde, y quien no la encuentra no se hace humilde.’ Y le preguntaron: ‘¿Cómo
podemos encontrar, o por qué medios podemos alcanzar, o adquirir, una fe así?’
Respondió: ‘Amando sinceramente a Dios.’ Dijeron: ‘¿Y cómo se alcanza, o se
adquiere, el amor a Dios?’ Respondió: ‘Mediante el amor a Su Enviado’.”
¡Buscad, pues, la complacencia de Dios y la
complacencia de Su Enviado, amándoles!
Y le preguntaron al Enviado de Dios –Dios le
bendiga y le dé paz: “¿Quiénes forman la familia de nuestro señor Muhammad, a
los que se nos ordena amar, honrar y tratar con reverencia? Respondió: ‘La
gente de pureza y lealtad: los que creen en mí y son sinceros.’ Y le preguntaron:
“¿Y cuáles son sus señales? Respondió: ‘Los signos del amor por mí están en
todo aquel que me ama, y su corazón está ocupado con el recuerdo de mí, después
del recuerdo de Dios.’ Y en otra transmisión: ‘Sus signos son su constante recuerdo
de mí y su abundante petición de bendiciones por mí.’”
Y le preguntaron al Enviado de Dios –Dios le
bendiga y le dé paz: “¿Quién tiene una fe más fuerte en ti? Respondió: ‘Aquel
que cree en mí sin haberme visto: pues cree en mí por su propio anhelo y es
sincero en su amor por mí. Y el signo de esto en él es que desea verme más que
nada en el mundo. (Y en otra transmisión, ‘…más que la tierra llena de oro.’)
Ese es quien verdaderamente cree en mí, y es verdaderamente sincero en su amor
por mí.’”
Y le preguntaron al Enviado de Dios –Dios le
bendiga y le dé paz: “Y en cuanto a la oración del que pide bendiciones por ti
estando lejos de ti o después de tu tiempo, ¿cuál es su situación ante ti?
Respondió: ‘Yo escucho las oraciones de aquellos que me aman y los conozco. Y
la oración de los demás me es presentada claramente’.”
(Extraído del libro: Dalāʾil al-Jairāt de Muḥammad
ibn Sulaimān al-Ŷazūlī.)
Precio: 17 Euros + gastos envío.
Pedidos:
958 785 677
walaya786@gmail.com
Datos del libro:
Editorial: Walaya Editorial.
Encuadernación en tapa blanda.
Tamaño: 22 x 16 cm.
Extensión: 239 páginas
ISBN: 978-2-7451-6922-8
Precio: 17 Euros + gastos envío.
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Sidi Muhammad al-Yazuli (m. 869/1465)
A
comienzos del siglo XV, la hermandad Shadiliya estaba íntimamente relacionada
con las elites políticas e intelectuales del norte de África. Esto era de
esperar, ya que Sidi Hassan Shadili (m. 656/1241), Sidi Abu ‘l-Abbas al-Mursi
(m. 686/1271), Sidi Abdel-Nur Al-Amrani (n. 685/1286), Sidi Madi ibn Sultan (m.
718/1318) and Sidi Ibn Abbad ar-Rundi (m. 792/1377), insistieron todos ellos en
reclutar a sus seguidores entre las clases altas de la sociedad urbana. Sin
excepción, todos los sufis shadilies que aparecen en las biografías del último
periodo Marinida son ulemas, cortesanos o sharifs.
En los pocos casos en que se encuentra una excepción a esta norma, la persona
en cuestión es con toda probabilidad un artesano muy cualificado o un
comerciante de objetos de lujo. Esta ausencia de seguidores de las clases
bajas indica que los jefes de la Shadiliya en Tunez, Tlemcen y Fez estaban
principalmente interesados en presentar a su orden como alternativa a las otras
órdenes sufis de elite en el norte de África, como la Sahrawardiya. A fin de
integrarse plenamente en la vida social de la región, la Shadiliya necesitaba
de una orientación doctrinal que resultase atractiva a gentes de todos los
niveles de la sociedad y permitirle así trascender sus orígenes patricios. Esta
fue la aportación de un sharif y sabio marroquí del Sus llamado Sidi Abu
Abdullah Muhammad ibn Abder-Rahman ibn Abi Bakr ibn Sulaiman al-Yazuli.
Al igual que Abu Abdullah ibn Yassin (m.
451/1059), Mohammed ibn Tumart (m. 524/1130) y otros reformadores que le
precedieron, Imam Al-Yazuli es recordado más como una figura legendaria que
como un ser humano. Aunque pasó la mayor parte de su vida en el Marruecos rural,
y habitó sólo brevemente en los centros urbanos donde residirían sus biógrafos
posteriores, al-Yazuli fue conocido entre las generaciones posteriores a su
muerte por su reputación carismática más que por sus enseñanzas sufis. Es más,
dado que muchas de las tradiciones que presentan detalles de su vida fueron
escritas mucho después a partir de fuentes secundarias o de historias, ninguna de
sus biografías puede considerarse definitiva. Lo mismo puede decirse de Moulay
Abdessalam ibn Mashish (d. 622/1207), el maestro de Abu ‘l-Hassan Shadili, que
a pesar de no haber dejado ningún legado escrito excepto una corta oración denominada
As-Salatu al-Mashishiya, ha sido elevado al estatus de padre del sufismo marroquí.
La reputación actual del Imam al-Yazuli
se apoya fundamentalmente en una obra escrita más de doscientos años después de
su muerte: Mumti’u‘ al-asma’a fi dikr
al-Yazuli wa at-Tabba’a wa ma lahuma mina al atba‘ (Delicia del oído en la
remembranza de al-Yazuli, at-Tabba’a, y sus Seguidores), del maestro shadili
Sidi Mohammed al-Mahdi al-Fasi (m. 1109/1694). Aunque se desconoce la fecha del
nacimiento de Al-Yazuli, existe suficiente información para componer un perfil aproximado
de sus orígenes y extracción social. Su nisba
(nombre gentilicio) nos indica que provenía de la tribu Simlala, uno de los
grupos más importantes de los bereberes Sanhaya de Yazula. El turbulento entorno
político de Simlala en el siglo XV obligó al Imam a abandonar su tierra natal
porque su cultura de violencia hacía imposible una dedicación seria al estudio.
Así pues, el joven sharif tuvo que trasladarse
a Fez para proseguir sus estudios, ya que los insuficientes recursos
intelectuales de Marrakesh, destino tradicional de los estudiantes del
Marruecos central y sureño, hacían también imposible el estudio en esa ciudad.
En Fez, al-Yazuli residió en la Madrasa
al-Halfawiyyin (actual Madrasa as-Saffarin), la más antigua de las madrasas
Marinidas, cuyas habitaciones estaban reservadas a alumnos procedentes del Sus.
Allí estudió el Mujtasar de Ibn
al-Hajib, una obra introductoria tradicional de usul al-fiqh. Estudió asimismo Al-Mudawwana
al-Kubra de Sahnun (“Abdes-Salam ibn Said Tanuji Qayrawani”, m. 240/854),
un compendió de jurisprudencia maliki del siglo IX.
Si bien al-Yazuli debió haber asistido
a las clases impartidas en las mezquitas Qarawiyin y Andalus, donde daban clase
muchos de los mayores ulema de Marruecos, se hospedaba y estudiaba en la
madrasa Saffarin, que aun hoy se alza frente a la Qarawiyin, separada de la
gran mezquita por una calle estrecha llamada Bu Twil. De todas las madrasas de
Fez, la Saffarin era la que estaba más íntimamente asociada a la Qarawiyin,
tanto es así que una puerta de las letrinas de la Saffarin daba justo frente a
una de las puertas de la mezquita (Bab as-Saffarin), de forma que los alumnos
podían realizar sus abluciones en la madrasa y pasar luego a la mezquita para
sus oraciones.
La Saffarin contaba con 117
habitaciones, 23 de ellas en el piso bajo y el resto en los dos pisos
superiores. Esta madrasa, la mayor de las escuelas Marinidas de Fez, tendía a
seguir en su trazado, con pequeñas variaciones, el modelo estandar de las madrasas
magrebíes. Se alzaba alrededor de un patio con una fuente y un estanque en
el centro. A un lado tiene un oratorio abierto con techo alto para las
oraciones y las clases, mientras que en el lado opuesto tiene un vestíbulo de
entrada. Algunas de las habitaciones de los alumnos estaban situadas en los
otros dos lados del piso bajo, ocultas a la vista mediante celosías ornamentadas
(mashrabiyas) que cubrían los
espacios entre las arcadas del patio. Algunas madrasas más grandes contaban con
un segundo piso para más habitaciones de alumnos y oratorios. La Saffarin era
inusual ya que no tenía dos plantas sino tres, con un oratorio y sala de
oración en el primer piso. Era de esperar que al-Yazuli acudiese a esta madrasa
en concreto. Como todas las madrasas de Fez, estaba destinada expresamente a
albergar a estudiantes de fuera de la ciudad, y en el siglo XV, los alumnos de
Yazula y otras zonas del sur de Marruecos solían ir a la Saffarin.
Tras ser admitido en la Saffarin, se le
habría asignado una habitación por el supervisor (nadir) de la madrasa, el cual asignaba los cuartos basándose en las
necesidades y edad de los alumnos. Los estudiantes mayores recibían habitaciones
más próximas al centro, los copistas cuartos con mejor iluminación, y así sucesivamente.
Todos los alumnos de la madrasa estaban solteros, ya que no estaba permitida la
entrada a mujeres, y tan pronto como el alumno se casaba, se veía obligado a
encontrar otro alojamiento.
El alojamiento no debía ser ni
confortable ni espacioso ya que las madrasas de Fez estaban pensadas para
albergar al mayor número posible de estudiantes en el espacio disponible. En
consecuencia, no había camas que pudieran ocupar valioso espacio y, en su
lugar, la mayoría de los alumnos dormían en esteras en el suelo cubiertos por
una manta, o sobre voladizos bajo el techo que servían de literas. Durante el
día, las esteras y las mantas eran retiradas y el espacio se usaba para otros
fines. Algunas celdas, probablemente destinadas a un solo estudiante, medían
sólo 1,5 x 2 metros. La mayoría de las habitaciones tenían una pequeña mesa.
Junto a la puerta de cada habitación había un pequeño nicho en el cual era
depositada la ración diaria de pan. El pan provenía de la fundación pía (waqf) que sostenía a la madrasa, y esa
estipulaba, en el caso de la Saffarin, la entrega de cien hogazas diarias, o
una hogaza por persona. Aparte de esta ración diaria, los alumnos probablemente
cocinaban en pequeños braseros en sus habitaciones un estofado de verduras o
cualquier otra cosa que pudieran conseguir. Ninguna de las madrasas de Fez
tiene cocina. A veces, el alumno podía suplementar sus escasas raciones con
comida aportada por un comerciante local u otro residente de Fez que alimentaba
a los estudiantes como un acto de caridad.
Se conoce la habitación que al-Yazuli
ocupó en esta madrasa, y es mostrada a los visitantes por el conserje del
edificio. Un relato muy difundido de los días de estudiante de al-Yazuli nos ofrece
una imagen de extrema introspección. Durante su estancia en la Madrasa
al-Halfawiyyin solía pasar largos periodos solo en su habitación, la cual
abandonaba únicamente para asistir a las clases. Cuando entraba en su
habitación, cerraba la puerta con llave y no dejaba entrar a nadie. Esta
conducta antisocial hizo que se corriera la voz de que al-Yazuli escondía
dinero. Cuando las noticias de estas sospechas llegaron a oídos de su padre en
Yazula, éste se apresuró a acudir a Fez para ver lo que pasaba. Nada más llegar
a la madrasa, Sidi Abder-Rahman al-Yazuli exigió entrar en la habitación de su
hijo. Al abrir la puerta, vio la palabra ‘muerte’ (al-maut) escrita una y otra vez sobre las paredes. Al comprender
que su hijo pasaba por un profundo estado de contracción espiritual (qabd), comentó al director: “¿Ves dónde
está éste y dónde estamos nosotros?”
El esbozo de la carrera del Imam
Al-Yazuli una vez terminados sus estudios resulta problemático porque la
información es escasa y a veces contradictoria. La mayoría de las fuentes, basándose
en manuscritos existentes en la biblioteca de la Universidad Qarawiyyin, dicen
que compuso el Dala’il al-Jairat (popularizado en árabe marroquí como
‘ad-Dalil’) -su libro de oraciones por el Profeta Muhammad (Dios le bendiga y
le dé paz)-, en Fez. Sus biógrafos, sin embargo, disienten acerca de la etapa
exacta de su vida en la que esto se sitúa. Es poco probable que al-Yazuli
pudiese haber escrito esta recopilación de oraciones universalmente famosa como
un faqih con una educación marginal.
Esto ocurrió más probablemente después de que hubiese adquirido una cierta
reputación de santidad y sabiduría. Si asumimos esta hipótesis como correcta, y
contando con fechas de otros periodos mejor conocidos de la vida del Imam, lo
más probable es que al-Yazuli escribiese el Dala’il al-Jairat poco después de
su participación en la defensa de Tánger en 841/1437. Esta conclusión tiene el
apoyo de una tradición relatada por el sufi de la tariqa Yazuliyya Sidi Ahmed
ibn Abi ‘l-Qasim as-Suma’i (m. 1013-1604-5), en la que afirma que una saliha que Al-Yazuli conoció en Tánger
le dijo que debía regresar a Fez.
Sidi Muhammad al-Yazuli pasó los años
de 843/1428 a 850/1435 entre Fez y Ribat Tit al-Firt como discípulo del venerado
maestro Sidi Abu Abdellah Muhammad as-Sagir (m. 850/1435), maestro de la Tariqa
Sanhayiya Amghariya. Puede que Al-Yazuli conociese a su sheij y guía espiritual
mientras era estudiante en Fez, pues este último –cuya tumba se encuentra en
Fez-, realizaba continuos viajes entre las ciudades de Marruecos. Este sufi
peripatético (sa’ih), que también reclutaba
combatientes para el yihad contra los
portugueses, inició a Sidi al-Yazuli en una variante rural de la orden
Shadiliyya que había tomado de Sidi Abu Uzman Said al-Hintati al-Hartanani, que
sucedió a su maestro Sidi Abder-Rahman ibn Ilyas Ragragi como cabeza del Ribat
Shakir después de su muerte.
Aunque la mayoría de las fuentes
coinciden con Mira’t al-Mahasin
(Espejo de cualidades ejemplares) -una monografía hagiográfica escrita dos generaciones
después, y anterior al Mumti’u al-asma’a,
por el tío abuelo de al-Fasi, Sidi Muhammad ibn Yusuf al-Fasi (m. 1052/1637),
que era un maestro de la Shadiliya en Fez-, en que al-Yazuli fue iniciado en la
Amgari-Shadiliya sólo después de haber compuesto ad-Dalil, la madurez
espiritual de esta obra y también la reconocida orientación doctrinal de Ribat
Tit al-Firt y Ribat Shakir, arrojan dudas sobre tal afirmación. Los sufis de
estos ribats practicaban métodos
espirituales que hacían hincapié, como hace al-Yazuli, en la veneración por el
Profeta Muhammad –Dios le bendiga y le dé paz. Otras pruebas de esa perspectiva
Muhammadiana de los Ribats Tit y Shakir pueden hallarse en informaciones en el
sentido de que en el último periodo Marinida las familias principales de estas
instituciones reconocían la supremacía doctrinal de la orden sufi Mayiriya del
Ribat Asafi. Los sheijs de la Mayiriya, que mantenían vínculos con la tradición
sufi Qadiriya en Oriente, exigían que los discípulos aspirantes pasaran largos
periodos de tiempo en la Mezquita del Profeta s en
Medina. El propio al-Yazuli tenía al Ribat Asafi en tan alta estima que construyó
su propia zawiya sobre sus ruinas e hizo
suyas las normas de práctica sufi de Sidi Abu Muhammad Salih Mayiri (m.
631/1216) en su orden sufi.
A pesar de las conclusiones de Al-Fasi
y otros, es improbable que al-Yazuli hubiese sentido la necesidad de unirse a
la Amgariya después de haber escrito un libro tan influyente de oraciones por
el Profeta s. Un sufi tan avanzado espiritualmente como para producir
una obra como el Dala’il probablemente atraería a sus propios discípulos en lugar
de buscar un maestro. Es más plausible por tanto asumir que al-Yazuli compuso
el Dala’il al-Jairat después de hacerse discípulo de Sidi Abdullah Amgar, y no
al revés. Si esto es correcto, entonces podría fecharse su asociación con la
Amgariya en el periodo inmediatamente anterior a su participación en la defensa
de Tánger (841/1426). Es más, es posible que al-Yazuli combatiese en Tánger en
compañía de la Amgariya, porque los Banu Amgar eran firmes defensores del yihad y su base en el norte de Dukkala lindaba
con el territorio de los árabes Shawiya, que también participaron en la campaña
de Tánger.
La muerte de Sidi Abu Abdullah Amgar en
Fez, en 850/1446, dejó libre a al-Yazuli para viajar a Oriente, donde realizó
la peregrinación a Meca y Medina y visitó la mezquita y la tumba del Profeta,
Sayyidina Muhammad (Dios le bendiga y le dé paz) en Medina. Luego viajó a El
Cairo y estudió en la Universidad del Al-Azhar como alumno de un místico
llamado Sidi Abdel-Aziz al-Ayami. Según Sidi Abdullah Gazwani (m. 935/1520), al-Ayami,
tercer sheij supremo (Sheij al-yama’a)
de la Yazuliya, había sido iniciado en la orden sufi Shadiliya sin
intermediario (bi-la wasita) por el
propio Sidi Abu ‘l Hassan Shadili. Esta práctica se explica por el dicho de Abu ‘l-Hassan: “Al-Jadir me
dijo: ‘Oh Ali, yo velaré por tus compañeros después de tu partida.’ A lo que respondí:
‘No, yo velaré por mis compañeros, por los vivos y los muertos.’” Dijo también:
“Tengo compañeros nacidos de hombres y mujeres que aún no han sido creados y
cuyos espíritus (arwahuhum) ya han
hecho el pacto conmigo (baya’ni).”
Según un manuscrito autentificado del
Dala’il al-Jairat existente en la Biblioteca Ben Youssef de Marrakesh,
al-Yazuli regaló la versión final de esta obra a su discípulo Sidi Muhammad
Sahli (m. 917/1511). La llamada copia Sahliya (an-nusja as-Sahliya) es el modelo en el que se basan todas las
copias del Dala’il al-Jairat. Dado que al-Yazuli regaló esta versión definitiva
de su famosa obra a Sidi Sahli apenas siete años antes de su muerte, resulta
difícil creer que pudiera haberla escrito hacia el 840 heg. (1425) y la llevara
por todo el mundo árabe en forma de borrador durante casi dos décadas. Una
posibilidad más verosímil es que al-Yazuli empezase la recopilación del Dala’il
a su regreso a Marruecos y luego la revisara durante el periodo en el que
organizó la orden sufi Yazuliya. Además de encajar mejor con los datos que
conocemos, esta teoría asume también, como sería de esperar, que el Dala’il
al-Jairat es un milagro de talento doctrinal más que el producto de un
prolongado entrenamiento sufi.
A su retorno a Marruecos en 857/1442,
las doctrinas innovadoras de al-Yazuli, así como su personalidad carismática
provocaron un considerable revuelo en los círculos sufis. En concreto, la
doctrina de mahabba (amor místico) de
al-Yazuli que se encuentra en los fragmentos de su obras sobre Sufismo, An-Nush at-tamm li-man qala rabbi Allah
zumma istaqam (Consejo completo para quien afirma: ‘Mi Señor es Dios’, y
sigue el camino recto), era tan poderosa que se creía que el Imam ocupaba una
posición única a los pies de Sayyidina Muhammad (Dios le bendiga y le dé paz). Lo
que eleva a la Risala fi ‘l-mahabba
de al-Yazuli por encima de otras de su clase en el Magreb es que su versión de
la historia de José (Yusuf) y Zulaija, la mujer de Putifar, es realmente
atípica. En lugar de seguir fielmente el texto del Corán en sura Yusuf, como se
hace normalmente en el Magreb, al-Yazuli presenta este romance en una forma que
recuerda al clásico Yusuf-u-Zulaija
del naqshbandi Sidi Abder-Rahman al-Yami de Herat (m. 898/1483). En la versión
de al-Yazuli, Zulaija abraza la religión del Islam por amor al hermoso profeta.
Sin embargo, tras comprender que sólo podrá alcanzar la consumación plena de
sus deseos amando exclusivamente a Dios, renuncia a su deseo por Yusuf, y dice:
“Oh Yusuf, te amaba antes de conocer a Dios, el Altísimo. Pero una vez que he
conocido al Uno y Único Conquistador (al-Wahid al-Qahhar), el amor por algo que
no sea Él no puede subsistir con [mi] amor por Él. ¡Ahora no deseo otra cosa
que Él!
Lo más probable es que el Imam
al-Yazuli pasara el primer año tras su retorno a Marruecos en Fez, donde
compuso el borrador inicial del Dala’il al-Jairat mientras reevaluaba la
situación social y política de su país. Después viajó a su pueblo natal de
Tankarat, en Yazula, pasando por Ribat Tit al-Fitr. Después de reunir a sus
primeros discípulos entre los Aulad Amr y las tribus árabes de Banu Ma’aqil del
Sus, se trasladó a la ciudad de Safi (que por entonces había crecido en
importancia hasta convertirse en el puerto de Marrakesh) y estableció una zawiya en el emplazamiento del ribat de
Sidi Abu Muhammad al-Mayiri. Al-Yazuli obviamente consideraba a este maestro
como la inspiración de su propio modelo de sufismo institucional. En otro
fragmento de An-Nush at-Tamm anima a
sus lectores a usar la obra de al-Mayiri, Ma’adin
al-Yawahir (La Mina de Joyas), como manual de prácticas sufis.
El Imam al-Yazuli tomó mucho del
repertorio institucional de la Orden Sufi Mayiriya y exigía a sus discípulos
que adoptasen el manto remendado (muraqqa’a),
el bastón (‘asa), el zurrón (rakwa) y el gorro de fieltro suave (shashiya) de los fuqara Mayiris. Sin embargo, una diferencia importante entre los
Yazuliya y los Mayiriya era que se animaba a los místicos errantes (salihun) de la Yazuliya a visitar a
otros santos de Marruecos en lugar de hacer el Hayy (peregrinación) a Meca y
Medina. Este acento en la visita a los sheijs vivientes y a las tumbas de
santos locales se debía en parte al hecho de que los centros de peregrinación
en Oriente a menudo resultaban inaccesibles para los marroquíes en el siglo XV.
La caída de Ceuta en manos de los portugueses, la disolución de la autoridad
gubernamental en el Marruecos central y occidental, así como el aumento de la
actividad corsaria en el Mediterráneo occidental, conspiraban todos para cortar
la mayoría de las rutas terrestres y marítimas que los norteafricanos usaban en
sus viajes al Este. Puede asumirse, sin embargo, que al-Yazuli tenía también otro
propósito más instrumental al ordenar a sus seguidores que se quedasen en casa.
Su insistencia en la visita a jefes religiosos locales preparó una red sufi ya firmemente
establecida para su uso en la movilización política y fomentaba en la Yazuliya una
marcada identidad regional que la diferenciaba del resto de las órdenes sufis del
Magreb.
El Imam al-Yazuli tomó asimismo de Abu
Muhammad Salih los tres pilares doctrinales: arrepentimiento (tauba), invocación (dikr), y virtud (salah).
El aspirante varón que desease entrar en la Yazuliya tenía que demostrar primero
su arrepentimiento afeitándose el ‘pelo de la incredulidad’ (sha’ar al-kufr) –como hacen los peregrinos
en Meca-, como expresión de su deseo de romper con su pasado. Esta costumbre,
que se remonta a la práctica del Profeta s de cortar los tirabuzones de los
árabes que abandonaban la idolatría y se convertían al Islam, era usada por
al-Yazuli tanto como un rito de transición y un símbolo de iniciación en la
Tariqa Yazuliya como institución. El faqir,
tras afeitarse la cabeza y pasar un periodo de cuarenta días de ayuno y
reclusión, se convertía en miembro pleno de la orden y ofrecía su juramento de
lealtad (bay’a) al Sheij al-Yazuli
como su Imam personal.
El simple hecho de ser miembro de la
Yazuliya no bastaba, sin embargo, para hacer de uno un sufi de pleno derecho.
Era necesario también que el faqir
adquiriese disciplina personal, suprimiese la discordia (tanto dentro de sí
como entre él y los demás), y estableciese la hermandad (ujuwa). Como ayuda a la obtención de estos objetivos, el Imam
al-Yazuli exigía al faqir que siguiera
un programa de catorce pasos, que él denominaba “Normas de Arrepentimiento” (shurut at-tauba). Después de seguir esas
normas durante un tiempo suficiente, el iniciado de la Yazuliya, que había alcanzado
ahora el estadio de ‘disciplina sincera’ (murid
sadiq), debía completar su formación adquiriendo diez atributos que resumen
la esencia del camino de la Yazuliya. A fin de eliminar cualquier sentimiento
de engreimiento que pudiera quedar en el faqir,
estos atributos se asocian específicamente al ejemplo del perro:
“El perro muestra diez atributos loables que
se encuentran en el discípulo sincero: (1) sólo duerme un poco por la noche:
este es un signo de los amantes de Dios (muhibbin);
(2) no se queja del frío ni del calor: este es un signo de los pacientes (sabirin); (3) al morir, no deja nada que
pueda ser heredado por otros: este es un signo de los ascetas (zahidin); (4) no se enfada ni es
rencoroso: este es un signo de los fieles (mu’minin);
(5) no se apena por la muerte de un pariente cercano, ni acepta ayuda: este es
un signo de los firmes (muqinin); (6)
si se le da algo, lo consume y queda contento: este es un signo de los
complacidos (qani’in); (7) no tiene
morada habitual: este es un signo de los errantes (sa’ihin); (8) duerme en cualquier lugar que encuentra: este es un
signo de los satisfechos (radiyin);
(9) una vez que conoce a su dueño, nunca le odia, aunque éste le pegue o le
deje sin comida: este es un signo de los conocedores (‘arifin); (10) siempre está hambriento: este es un signo de los
virtuosos (salihin).”
El pilar central de la práctica
Yazuliya era la recitación diaria de bendiciones por el Profeta Sayidina
Muhammad (Dios le bendiga y le dé paz) siguiendo el Dala’il al-Jairat por la
mañana, y la recitación al mediodía del Hizb
al-Falah (Letanía de la Prosperidad). A estos se añadían el Hizb al-Bahr (Letanía de la tierra) de
Sidi Abu ‘l-Hassan Shadili, y Al-Musabba’at
al-‘Ashr (Los Diez Sietes), una serie de invocaciones coránicas recopilada por
Sidi Abu Talib al-Makki (m. 386/996) pero atribuida a Sayidina al-Jadir. El
Imam al-Yazuli compuso también otra letanía, el Hizb al-Yazuli (Letanía de al-Yazuli) o Hizb Subhana ad-Daim (Letanía ‘Gloria al Eterno’), que estaba
reservada para uso de su familia. En la generación posterior a su muerte, esta
letanía fue apropiada por un discípulo indirecto suyo, Sidi Muhammad al-Hadi
ben Aissa (santo patrón de Meknés; m. 933/1518).
En la Yazuliya, la autoridad del
maestro espiritual era absoluta. Al-Yazuli
y sus sucesores exigían una obediencia incuestionable a sus seguidores,
y eran vistos por ellos como fuentes infalibles de conocimiento divino. “Uno
debe aferrarse a los maestros espirituales”, dijo Imam al-Yazuli, “aunque estén
en Bagdad; pues acudir a ellos confiere iluminación, misericordia y los
secretos de los corazones.” El sheij de la Yazuliya plenamente realizado (Sheij al-Wasil) “ha alcanzado la
estación de percepción directa (maqam
al-mushahada) y se ha fundido con las luces de las perfecciones, de forma
que sólo está ocupado con el Rey de la Verdad. Al regresar al seno de la humanidad,
regresa con iluminación (anwar), conocimiento
(‘ulum) y leyes (ahkam). Quien acude a él es educado e inspirado, y comprende lo que
aquellos que están alejados de él nunca entenderán.”
Pero esto no era todo. El Sheij
al-Wasil era esencial para el discípulo porque derivaba su sabiduría de la misma
fuente divina de la Profecía: “Escribid lo que oigáis de mí, pues
soy un intermediario entre vosotros y la Verdad. La Verdad ilumina y el siervo
entiende. Quien está inspirado hacia la rectitud (as-sawab) está obligado a hablar, y [su guía] beneficia a los demás.”
El hecho de que el Sheij al-Wasil poseyera este conocimiento cuasi-profético
hacía de la obediencia a él un obligación casi canónica: “Quien sigue el
ejemplo de su sheij sigue el ejemplo de su Señor; pues la sacralidad (hurma) del Sheij es para los discípulos
como la sacralidad del Profeta s para sus Compañeros.”
Dada su personalidad carismática y su
tendencia a emitir declaraciones extáticas (shatatat),
pocos de los que entraron en contacto directo con el Imam al-Yazuli pudieron
mantenerse neutrales. El Imam justificaba sus declaraciones extáticas afirmando
que era el Muyaddid, el Renovador de
su tiempo, entre cuyas prerrogativas estaba una especie de licencia poética respecto
de los pronunciamientos de inspiración divina. La tradición del Renovador en el
Islam se basa en un hadiz del Profeta s contenido en el Sunan de Abu Dawud, donde afirma: “Dios enviará a esta comunidad,
al inició de cada siglo, a alguien que restaurará la religión.” Esta persona es
descrita en fuentes islámicas como un sabio que restablecerá la pureza original
del Islam llamando a los musulmanes a la sunna profética. No fue difícil para
alguien como al-Yazuli, educado en jurisprudencia, presentarse a sí mismo como
Muyaddid. Habiendo compuesto el Dala’il al-Jairat, y dirigido la atención hacia
los aspectos específicamente ‘Muhammadianos’ de la inspiración divina, estaba
en una posición favorable para presentarse a sí mismo como revitalizador de la
Sunna.
El Imam al-Yazuli demostró su cercanía
a Dios y al Profeta Sayidina Muhammad (Dios le bendiga y le dé paz) mediante
inspiraciones divinas (ilhamat), alocuciones
divinas (muhadazat) y conversaciones
divinas con Dios (mukalamat). Estos
testimonios del favor divino sirvieron también como pruebas de su wilaya (santidad) al confirmar su
exaltado rango de Califa (sucesor) del Profeta, Mahdi y Qutb az-Zaman (Polo de
la Época). Muchas de las declaraciones de al-Yazuli consisten en afirmaciones
audaces de una supremacía espiritual sin parangón, tanto entre sus contemporáneos
como en comparación con generaciones pasadas de sufis. Al contrario que otros
líderes mahdistas de generaciones pasadas, sin embargo, las doctrinas de
al-Yazuli atrajeron a gentes de todas las clases de la sociedad: pobres y
ricos, analfabetos e instruidos. Con el tiempo, el potencial político de sus
seguidores provocaría la oposición del Sultán Marinida Abdel-Haqq II (m.
869/1454) contra el sheij y sus partidarios.
Varias de las muhadazat de al-Yazuli llaman a la revivificación del Islam bajo un
imam guiado por Dios. Estos discursos están repletos de dobles significados y
emplean un vocabulario ambiguo y muy provocador:
“La reputación no se alcanza por las
riquezas ni los hijos. No, sino que la reputación proviene del honor que uno
disfruta ante el Señor de Señores. Uno no se hace grande por la gloria de la
riqueza y los hijos, sino que la propia grandeza proviene de la gloria de Dios
y Sus Atributos. Uno no es grande por la grandeza de su tribu o su amor por la
jerarquía, sino que uno es grande por la grandeza de la nobleza (sharaf) y el linaje (nasab). Yo soy noble en linaje (ana sharifun fi ‘n-nasab). Mi antepasado
es el Enviado de Dios (Dios le bendiga y le dé paz) y estoy más cerca de él que
toda la creación de Dios. Mi reputación es eterna, teñida de oro y plata. ¡Oh
tú, que deseas oro y plata, síguenos, pues quien nos sigue mora en las alturas
de ‘il·liyun en este mundo y en la
Otra Vida!
“Las naciones antiguas (umam) han pedido ser incluidas en nuestro
régimen (daulatuna). Sin embargo, nadie
puede ser incluido en él a menos que haya alcanzado la salvación (sa’ada). Nuestro régimen es el estado (daula) de los que se esfuerzan (muytahidin) y combaten (muyahidin) por la causa de Dios –los combatientes
contra el enemigo de Dios. ¡Los reyes de la Tierra están en mis manos y bajo
mis pies!
“¡Oh reunión de musulmanes! ¡Mirad a
vuestro Maestro, pues él está conmigo! No tengo más percepción (nadar) que la que me llega a través de él.
Su perfección (kamal) ha abarcado mi
pecho y mi vida. ¡De hecho, me ha abarcado durante toda mi vida! Su perfección
me ha aniquilado a todo lo que no es él. ¡Oh vosotros que me veis en la tierra!
¡Vedme en el cielo, sobre el Trono, y aún por encima de él! ¿No sabéis, acaso,
que los polos de la santidad (aqtab)
son necesarios para todos los seres humanos? ¡Están en la estación de la
Profecía (maqam an-nubuwa), revelando
el secreto divino (yafshuna as-sirr)!
“¡Oh reunión de musulmanes! ¿No sabéis
que el Elegido (Dios le bendiga y le dé paz) está cerca de mí (qaribun minni) y que su autoridad (hukmuhu) está en mis manos? Quien me siga
es seguidor suyo, pero quien no me siga nunca será seguidor de él. He oído
decir [al Profeta, Dios le bendiga y le dé paz,]: “¡Tú eres el Mahdi! ¡Quien
desee la salvación (man arada an yus’ada)
debe acudir a ti!”
“¡Oh reunión de musulmanes! ¡Aferraos a
la comunidad del Elegido (Dios le bendiga y le dé paz) y no os aferréis a sus
enemigos por vuestro rechazo de la fe, o por disputas, engaños o traición! ¡Oh
reunión de musulmanes! Dios ha creado a alguien para que os guíe al final de
los tiempos, así pues, alabadle! ¡Oh reunión de musulmanes! Nadie nos odia por
nuestro pacto con Dios excepto quien no posee ni este mundo ni el Otro, y nadie
nos envidia por nuestra obediencia a Dios (Glorioso y Poderoso) excepto aquel
que no tiene fortuna con Dios (Glorioso y Poderoso)!
“¡Oh murid mío! No pongas reparos a lo que te he dado
de mi discurso (hadizi) y mis
palabras (kalami), pues te he hablado
en la pre-eternidad (azal) antes de
tu existencia. He renovado tu entendimiento después de tu creación e iluminado
tu corazón antes de tu existencia. He iluminado tu esencia después de tu
creación; te he expuesto los detalles de mi conocimiento, y te he honrado entre
los mejores de mi creación. Te he inspirado para que escuches mis palabras; te
he dado autoridad sobre lo mejor de mis criaturas, y te he confiado el mayor de
los secretos. ¡Oh murid mío! ¡Todos los ulema están en tu puño!”
Viniendo de un hombre que había atraído
a más de 12.000 seguidores en menos de trece años, es fácil imaginar el miedo
que tales proclamas provocaron en el gobernante de un estado Marinida que se
estaba desmoronando desde dentro. Las doctrinas del Imam al-Yazuli
escandalizaron a los ulema de Fez y hasta a algunos correligionarios sufis. Está
claro que lo que aparecía como más amenazador a los intereses oficiales era la
idea del corporativismo Yazuliya, vista la franqueza del Imam, en particular
acerca del uso de la simbología institucional, como afeitarse la cabeza, vestir
las ropas distintivas de la hermandad Mayiriya, y reafirmar el carácter
específico del sufismo marroquí a través de la práctica de visitar a los maestros
espirituales. Sin embargo, a al-Yazuli le preocupaban poco estos temores, y
llegó a condenar a los ulema de Marruecos por su hipocresía e irrelevancia, en
especial su incapacidad de inspirar a las masas de musulmanes para la defensa
de su religión. “Decidles a los ulema,” –les decía a sus discípulos: “¡Qué
felices seríais si tan solo fuerais sinceros!”
Principales ramificaciones del Imam
al-Yazuli:
Sidi Muhammad al-Yazuli
Sidi Abdellaziz Tabba’a
Sidi Abdellaziz Tabba’a
Sidi
Abu ‘l-Abbas Ahmed Sufyani Harizi
Sidi Abdellah Gazwani (m. 935/1528)
Sidi Ali Salih al-Andalusi al-Fasi (m. 903//1488)
Sidi Mohammed Misbahi at-Taleb (m. 964/1557)
Sidi Sheij al-Kamil Mohammed al-Hadi Ben Aissa (m. 933/1518)
Sidi Abdellah Gazwani (m. 935/1528)
Sidi Ali Salih al-Andalusi al-Fasi (m. 903//1488)
Sidi Mohammed Misbahi at-Taleb (m. 964/1557)
Sidi Sheij al-Kamil Mohammed al-Hadi Ben Aissa (m. 933/1518)
Sidi Mohammed Misbahi at-Taleb (m.
964/1557)
Sidi
Abu Amr al-Qastali (m. 974/1559)
Sidi
Ahmed al-Hassani Fasi (m. 950/1535)
Sidi Abu Ruwayin Belmahyub (m. antes de 960/1553)
Sidi Ali ibn Ahmed Karfiti Sarsari (m. 1027/1618)
Sidi Abu Ruwayin Belmahyub (m. antes de 960/1553)
Sidi Ali ibn Ahmed Karfiti Sarsari (m. 1027/1618)
Sidi Abu Bakr Mayyati Dilai (m. 1021/1612)
Sidi
Mohammed al-Gumari al-Maliki al-Fasi (d. 998/1583)
Sidi Abderrahman Maydub Mulay Abdellah Sharif Wazzani (m. 1089/1697)
Sidi Abderrahman Maydub Mulay Abdellah Sharif Wazzani (m. 1089/1697)
Sidi Mohammed
al-Fasi (m. después de 1021/1612)
Sidi
Ahmed al-Habib al-Andalusi al-Rundi al-Fasi (m. 1013/1598)
Sidi Abul Mahasin Yusuf al-Fasi (m. 1013/1598)
Sidi Abul Mahasin Yusuf al-Fasi (m. 1013/1598)
Sidi
Mohammed ibn Abdellah Wazzani (m. 1120/1705)
Sidi
Mohammed ben Nasir Dar’i (m. 1085/1694)
El
sheij reservaba sus invectivas más duras para aquellos eruditos que, al tiempo
que atacaban a los sufis rurales por su falta de conocimiento religioso,
permitían que las masas de Marruecos se hundieran cada día más en la ignorancia
y la corrupción. Estos ulema, que vivían a costa de sus empleos y hacían muy
poco por impartir su conocimiento a otros, compartían la responsabilidad de la
asimilación de costumbres inspiradas por los cristianos y la degeneración social
en el campo marroquí. En su Aqida (proclama doctrinal), el Imam al-Yazuli culpa
de problemas tales como el gamberrismo, la mezcla indiscriminada de sexos, y
los tatuajes de cuerpo entero a los eruditos oficiales. En lugar de perder el
tiempo haciendo pronunciamientos acerca de la permisibilidad de pequeñas
variaciones en la práctica islámica, los ulema debían enseñar a todo el mundo
los valores fundamentales del Islam: “Enseñad … a las mujeres y a los niños, a
los sufis y a las masas, a los libres y a los esclavos, especialmente a
aquellos cercanos [a vosotros] por contrato o relación personal, como los parientes
y otros. El Profeta (Dios le bendiga y le dé paz) dijo: ‘Dios no carga sobre nadie
un pecado más grave que la ignorancia de su gente.’”
Hacia
finales de 863/1459, el Imam al-Yazuli y sus seguidores empezaban a sentir el
rechazo de la población de la ciudad de Safi. Aquel año había sido uno de los
peores de la historia reciente. Empezó con la conquista por los portugueses de
la plaza fuerte de al-Qasr as-Sagir en el Mediterráneo, lo que extinguió la última
esperanza de acudir en auxilio del reino de Granada en al-Andalus, y marcó la
reanudación de la Reconquista cristiana que había sido detenida temporalmente
en Tánger en el 852/1437. Por si este desastre no fuera suficiente, ese mismo
año fue testigo de una orgía de conspiraciones políticas y derramamiento de
sangre en la capital Marinida de Fez. El regente, Abu Zakariya al-Wattasi,
comandante de la expedición de auxilio a Tánger y jefe simbólico del yihad
marroquí, llevaba mucho tiempo ausente de la corte, por haber sido capturado y luego
ejecutado por los árabes de Banu Ma’aqil.
Las
noticias de los disturbios de Fez debieron llegar a Safi, donde el Imam
al-Yazuli había estado llamando al yihad
desde su llegada. Los comerciantes de la ciudad, que por entonces ascendían a
unos seiscientos individuos, no querían perder los beneficios que obtenían de
los portugueses, que usaban Safi como punto de abastecimiento de productos que
intercambiaban por oro en la costa occidental de África. Estos negocios eran
objeto de crítica por parte de al-Yazuli y sus discípulos, que residían en un
gran círculo de tiendas alrededor del ribat
de Sidi Abu Muhammad Salih. Esta inquieta masa de sufis y árabes tribales, que
por entonces suponía ya la mitad de la población de Safi, representaba una
amenaza inaceptable para las elites de la ciudad. Los comerciantes, sabiendo
que no podrían declararse independientes impunemente, obligaron al gobernador
Marinida de Safi a llamar a audiencia a al-Yazuli, “temerosos de él por el
número de gente que le apoyaba (muhibbin)
y temiendo que los seguidores del sheij (muridin)
pudieran expulsarles de su mundo.” El gobernador desafió a al-Yazuli con un ultimátum:
“¡Si no te apartas de mí, yo mismo me libraré de ti!” A lo que el sheij
replicó: “¡Seré yo quien me aparte de ti, pero tú me seguirás también!” Esta
predicción se cumplió apenas dos años después, cuando los comerciantes de Safi,
aliados ahora con los portugueses, proclamaron a la ciudad independiente de Fez
y obligaron al pobre gobernador a salir huyendo.
Tras
ser expulsados de la ciudad, el Imam al-Yazuli y su séquito se trasladaron
hacia el sur a Haha, una región agreste de las montañas del Alto Atlas a medio
camino entre la próspera Dukkala y el Sus, que era una posición estratégica
para la defensa del centro de Marruecos. El Imam estableció su nuevo ribat en
Afugal, en la región tribal de Aït Dawud, al este de la actual ciudad de
Tamanar. De hecho, mantuvo dos ribats en la región: uno de verano y otro de invierno.
El ribat de verano estaba probablemente cerca del paso de Sidi Ali Mashu, en
Yabal Igran, donde las montañas del Alto Atlas ascienden hasta una altitud de
2.000 metros. Su ribat de invierno se localizaría más cerca de la costa –por
debajo de Yabal Amsitten, cerca de la actual ciudad de Smimou-, donde las
estribaciones del Atlas apenas alcanzan los 1.000 metros de altitud. Las
fuerzas del Imam estacionadas en esos ribats servían de barrera frente a las
incursiones cristianas, amenazando a los portugueses tanto en Safi al norte
como en Massa en el sur.
Para
Sidi Muhammad ibn Sulaiman al-Yazuli, la conciencia social formaba parte de la
esencia misma del sufismo. Por esta razón, estimulaba el activismo social en su
‘Aqida, un género de escritos religiosos normalmente dedicado a asuntos
doctrinales exclusivamente. En sus tratados breves llama a sus seguidores a
hacer todo lo posible por mejorar el nivel moral de sus comunidades.
Dirigiéndose a los nómadas árabes asentados cerca de su ribat de Afugal,
condena su ebriedad, inmoralidad y sus tatuajes, y critica a los que incurren
en tales conductas como “locos (mayanin),
enemigos de Dios, del Enviado y de la religión, y enemigos de las almas
temerosas de Dios que llaman [a la gente] a Dios”. Como remedio a sus pecados,
les sugirió que abandonasen su estilo de vida nómada y se hicieran campesinos (hiraza). Esta sugerencia indica que el
Imam quería que sus seguidores nómadas abandonasen sus prácticas depredatorias
por un modo de vida que fomentase la producción y el cultivo en lugar de la
destrucción y la rapiña. Puede indicar asimismo que quería instaurar una
política de sedentarización, pues la estabilidad de un asentamiento fijo facilitaba
la práctica sufi y la socialización.
El Imam al-Yazuli pasaría apenas seis
años en Afugal. Según el testimonio de sus discípulos más próximos, el 4 de Du
‘l-Qa’da de 869 (28 de junio de 1465), cayó repentinamente al suelo y murió mientras
hacía la oración de Subh. Dado lo
repentino de su muerte y el hecho de que no hubiera presentado signos previos
de enfermedad, se pensó inmediatamente que había sido envenenado. Tan pronto
como el cuerpo del sheij fue envuelto en su sudario, estalló una disputa entre
los adeptos sufis del séquito del sheij y sus seguidores nómadas de Banu
Ma’aqil, que le reverenciaban no como un maestro y místico sino como un líder de
inspiración divina y un caudillo. En esta confrontación, los adeptos sufis
salieron perdiendo, y se vieron forzados a abandonar Afugal y buscar residencia
en otros lugares de Marruecos. La expulsión de los compañeros más sabios de
al-Yazuli significó que tanto su ribat como sus restos mortales quedaron en
poder de los incultos beduinos de Banu Ma’aqil. Siguiendo el consejo del
escasamente educado Amr ibn as-Sayyaf, al-Yazuli fue colocado en un arca móvil
(tabut) en lugar de ser enterrado en
la tierra.
La repentina muerte del Imam y la
revuelta de Ibn as-Sayyaf en las regiones de Haha y Shyazma son los reveses más
significativos en la narrativa de la vida de al-Yazuli. En vez de ser
enterrado, el cadáver de al-Yazuli fue mantenido en el arca para así poder
usarlo en las expediciones como talismán de victoria. Cuando no estaban de
campaña, el arca que contenía los restos del sheij era colocada en un ribat al
aire libre sobre la cima de una colina cerca de Qala’at al-Muridin y custodiada
continuamente por centinelas e iluminada de noche con grandes antorchas. Los
biógrafos sufis de al-Yazuli, deseosos de evitar dañar su reputación al tiempo
que denigraban a Ibn as-Sayyaf, son unánimes en afirmar que el rebelde nunca
perdió una batalla mientras estuvo en posesión del arca que contenía el cuerpo
del sheij. La peripecia de la carrera de al-Yazuli como santo finaliza en
890/1485 con el asesinato de Ibn as-Sayyaf a manos de su esposa al encontrarle
en la cama con una hija de ella.
Los biógrafos del Imam al-Yazuli
afirman que el temor a otra rebelión, en la que el cuerpo de al-Yazuli fuese
desenterrado de nuevo por tribus insurrectas, fue la principal razón que llevó
al Sharif Sa’adi Ahmed al-Aray a trasladar el cadáver incorrupto del sheij a
Marrakesh en el año 940/1525, incorporándole así a su proyecto Sab’atu Riyal de
la ciudad. Asimismo, un secreto desvelado acerca del santuario del Imam
al-Yazuli en el barrio Riyad Laarous es que el cuerpo del sheij no está bajo el
catafalco ante el que la mayoría de los visitantes le rinden homenaje, sino que
se encuentra profundamente enterrado bajo el muro que hay detrás del catafalco.
Por esto, los sufis de la Yazuliya le presentan sus respetos volviéndose a la
izquierda del sepulcro, hacia al muro que hay detrás del asiento del muqaddam. En el siglo posterior a la
muerte del Imam al-Yazuli, y por influencia de sus discípulos y otros místicos
afines, el violento paradigma de la autoridad política sería sustituido por una
doctrina sharifiana que creó la identidad peculiar de Marruecos y sentó las
bases ideológicas de la actual monarquía Alawi del país.
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